Porque hay protestas en las economías emergentes? Fue Turquía hace unos días. Ahora es Brasil. Túnez, que no es una economía emergente pero que ha sido en muchos aspectos también exitosa, fue testigo de un movimiento de protesta que se extendió más allá de sus fronteras y dio origen a la primavera árabe en 2011.
Estos tres países tienen ingresos per capitas similares, Túnez y Turquía unos US$ 10.000 anuales; Brasil algo más, US$ 12.000. Sus economías han estado creciendo por un largo tiempo. Brasil es hoy la sexta economía del mundo. Tanto Brasil, como Turquía y Túnez han reducido la pobreza extrema en los últimos diez años, particularmente Brasil. La desigualdad es relativamente pequeña en Túnez, si uno la compara con países de igual nivel de desarrollo económico. Es aún significativa en Brasil, aunque se han logrado importantes avances. Turquía redujo la desigualdad por muchos años pero el progreso en este campo ha sido modesto en los últimos años. El gasto social, particularmente la educación básica, ha sido una herramienta importante en la política contra la pobreza, particularmente en Brasil; no tanto en Turquía. La calidad de gobierno es débil pero no terriblemente débil en ninguno de estos países. La corrupción pudo haber disminuido; sin embargo, una población más informada y educada es más consciente de su existencia y extensión.
Pero el éxito económico de muchos países en desarrollo (y desarrollados) esconde las pérdidas que sufren los nuevos “participantes” en el sistema. Es lo que pasó en los tres países analizados. Tratar con las regulaciones del gobierno es cada vez más difícil. Los jóvenes sufren más que otros de estas complejas reglas que no afectan a los miembros más poderosos de la sociedad. Los espacios públicos se están reduciendo. Son espacios que la juventud particularmente valora. Jugar al fútbol (soccer es un nombre incorrecto) es sólo para estrellas muy bien pagadas o para quienes pueden pagar cuotas elevadas en el creciente número de escuelas de fútbol o clubes privados. Cada vez es más costoso y difícil desplazarse a los lugares de trabajo, estudio o diversión.
Las chispas que encendieron las crisis también presentan similitudes interesantes. En Túnez, era un vendedor ambulante acosado por las autoridades. En Turquía, fue la defensa de un espacio público. Más recientemente en Brasil, la protesta estalló debido a un aumento en las tarifas de autobús. Pero en realidad fue más que todo eso. Es el uso de recursos públicos el que está en el centro de la disputa. Además, gobernabilidad y corrupción siempre se mencionan en las demostraciones. Los manifestantes son en su mayoría jóvenes desencantados que viven en las principales urbes. Los medios de comunicación entre los manifestantes son electrónicos. Las personas que participan en los movimientos de protesta no están políticamente organizadas en su gran mayoría. No tienen una agenda política, al menos inicialmente. Desconfían del establishment (o sea los que detentan el poder o se “acomodan” plenamente en él). Desprecian a los “hijos del poder” que pueden inhalar cocaína sin ningún problema, mientras que los menos poderosos son encarcelados solo por unos gramos de marihuana. Se benefician de los progresos económicos pero son conscientes de las diferencias que los separan de los que tienen poder en la sociedad y de los costos del progreso. Precisamente, porque ellos cargan con el costo del progreso en gran medida.
Manifestaciones populares en Brasil, Turquía o, como antes, en Túnez, no debieron ser tan sorprendentes. En Túnez las manifestaciones provocaron una grave crisis que cambió la situación político-institucional del país. Las manifestaciones en Turquía y Brasil están todavía en curso y sus resultados no son aún claros. Pueden producir algunos ajustes políticos pero es muy improbable que alteren radicalmente la situación política en esos países, al menos en el corto plazo.
Este tipo de eventos se pueden repetir en China, India y otros países que están creciendo rápidamente, incluyendo Chile o Argentina. Puede también llegar a países desarrollados donde grandes segmentos de la juventud se sienten alienados.