El Papa partió de los Estados Unidos dejando mensajes claves que definen su papado. Esos mensajes se pueden entender por lo que dijo, por lo que no dijo y por el énfasis que puso en sus declaraciones.
En primer lugar, la lucha por la protección del medio ambiente fue una parte crucial de su mensaje toda vez que habló en un foro político. Además, vinculó la degradación ambiental con la pobreza. Su lenguaje acerca de este tema ha sido específico y contundente. Es muy similar al de las Naciones Unidas y organismos especializados.
En segundo lugar, el Papa hizo hincapié en la necesidad de reducir la pobreza y facilitar la inclusión social. En este sentido, su mensaje se centró principalmente en los objetivos más que en los medios de obtenerlos. En una cuestión tan compleja como esa, el Papa no ha sido muy específico, lo que es comprensible. Sin embargo, al menos en una ocasión el Papa mencionó la necesidad de salarios “dignos”.
En tercer lugar, reiteró su postura a favor de ayudar a los refugiados e inmigrantes independientemente de su origen o religión. Este mensaje fue reiterado varias veces y adquirió especial importancia teniendo en cuenta la situación imperante en Europa y las controversias generadas por las políticas de inmigración en los Estados Unidos.
En cuarto lugar, el Papa fue enfático en denunciar el comercio de armas, reafirmando su apoyo a la diplomacia. Reiteró su apoyo a las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba (a la que él personalmente contribuyó) y al acuerdo de no proliferación nuclear con Irán. Francisco ha sido mencionado como un promotor del acuerdo (inicial) de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla. Dicho acuerdo fue alcanzado poco después de que partiera de Cuba para los Estados Unidos.
Quinto, el Papa reiteró la posición de la iglesia en asuntos doctrinales, aunque, hay que admitir, fue menos contundente de lo que muchos conservadores lo hubieran querido. Hizo hincapié en la defensa de la familia ‘tradicional’. En este sentido, mencionó la falta de entusiasmo de los jóvenes por formar una familia. Sin embargo, nunca se refirió, esto es específicamente, a los matrimonios entre personas del mismo sexo. Tampoco mencionó el divorcio. Francisco seguramente sabe que los divorcios y los matrimonios “abiertos” amenazan al matrimonio tradicional más que parejas del mismo sexo. También defendió la vida “en cualquier etapa de su desarrollo”, una velada referencia al aborto. Pero fue más específico en su oposición a la pena de muerte.
En sexto lugar, el Papa fue muy claro en su punto de vista acerca de asuntos financieros internacionales. En las Naciones Unidas, se unió a varios países en la denuncia a las políticas de las instituciones financieras internacionales y a la “injusta y desproporcionada” influencia de los países desarrollados en sus órganos ejecutivos. Abogó por la creación de mecanismos internacionales para hacer frente a problemas de deudas soberanas, algo apoyado por prominentes economistas y la mayoría de los países pero rechazados por los Estados Unidos y muchas de las naciones industrializadas. Este es un tema muy relevante para la Argentina que reestructuró su deuda hace casi diez años y que está luchando con un juez de Nueva York que amenaza sus fundamentos. El Papa expresó reservas sobre la globalización económica en su forma actual.
El análisis de los discursos y las actitudes del Papa Francisco en este viaje lleva a varias conclusiones. El Papa destacó temas dominantes actuales, aquellos susceptibles de ser modificados por políticas correctivas, mientras que expuso sus opiniones doctrinales-religiosas de una manera menos militante. El Papa conoce los límites prácticos de su poder en asuntos doctrinales y esto se reflejó en sus discursos y actitudes: la iglesia no es muy vociferante contra el divorcio, los anticonceptivos y el sexo prematrimonial. Su oposición al matrimonio homosexual es menos intensa. Del mismo modo, la oposición al aborto es menos prominente que otrora. Estas actitudes y omisiones en materia de doctrinas han decepcionado a organizaciones conservadoras. Algunos han comenzado a expresar su decepción aunque por ahora tímidamente.
La prensa acentuó los llamados religiosos del Papa. Pero este tipo de llamados no explican por qué este viaje había creado tantas expectativas y atención pública. Es el énfasis del Papa en cuestiones de importancia cotidiana, en la pobreza, la degradación del medio ambiente y el comercio de armas, entre otras cosas, las que hicieron a este viaje singular. Las reuniones de Francisco con inmigrantes, con personas sin techo y con presos alertaron sobre temas centrales en el debate político de EEUU.
Resumiendo, este viaje fue más allá de un evento religioso. Pero su impacto final en las políticas públicas está aún por verse, en los Estados Unidos y en otros países.