Irán podría no respetar el acuerdo con Argentina, esto es asumiendo que lo ratifique. En ese caso las cosas quedarían como hasta ahora. No habría cambios. En términos prácticos, el acuerdo podría ser no positivo; pero no sería negativo, salvo por la pérdida de tiempo. El acuerdo se inscribe en circunstancias que es preciso repasar.
En primer lugar, hay procesados en el crimen de la AMIA por encubrimiento. Ellos son prominentes figuras de la Argentina: un ex presidente, un ex líder de la comunidad judía, personal de inteligencia.
Segundo, en relación al atentado a la embajada de Israel, a ese estado le asiste todo el derecho internacional de presionar y actuar para su esclarecimiento. El atentado a la AMIA en cambio es, en esencia, una cuestión interna argentina. Por lo que se viene observando parece que Israel no ha actuado con la misma fuerza en el atentado a su propia embajada que en lo que se refiere al caso AMIA.
Tercero, Irán no era inicialmente señalado como el autor de este atentado ni de otros bastantes similares que ocurrieron en los 90s. Por ejemplo, el atentado a las embajadas de EEUU en Tanzania y Kenia. Al Qaeda era y es el señalado en estos últimos casos. En los 90s había un régimen de tímida apertura en Irán. Muchos políticos de entonces están en la oposición ahora. La hija de Rafsanjani, ex presidente, esta presa por protestar contra el alegado fraude electoral en 2009. Otro hijo estuvo preso por algún tiempo y el juicio en su contra aun continúa. Rafsanjani es uno de los acusados por la justicia argentina.
A título informativo debe recordarse que Irán brindó crucial apoyo a la invasión de EEUU en Afganistán en el año 2001. Después de usar tal apoyo, Bush denunció a Irán como parte del “eje del mal” lo que fue capitalizado, entre otras cosas, por Ahmadinejad para ganar las elecciones y asumir el poder en el 2005. Cabe señalar que Irán fue uno de los países que brindaron la mayor solidaridad moral con los EEUU después del ataque a las torres en Nueva York. Hubo multitudinarias manifestaciones de repudio al atentado, espontáneamente convocadas en Teherán, sin oposición gubernamental.
Cuarto, la Argentina debe tratar con Irán como trata a cualquier país con los que tiene relaciones diplomáticas, aun cuando tenga profundas discrepancias como el respeto a los derechos humanos. También las tiene con Israel sobre la anexión de tierras y la construcción de asentamientos en territorios ocupados lo que viola el derecho internacional (y humano). Es muy laica la actitud del gobierno Argentino al tratar el tema y resulta muy difícil entender porque el radicalismo y el socialismo se oponen al tratado con Irán aun cuando discrepen con el gobierno en otros campos de la política.
Quinto, esta situación no debe interpretarse en el contexto de los intereses geopolíticos de otras potencias o países. En eso la posición Argentina es muy consistente con la de otros países de Sud-América como Brasil, Uruguay e, inclusive, Chile. La Argentina no tiene alianzas estratégicas con Irán, pero tampoco con EEUU, Europa o Israel. EEUU no se manifestó contra el acuerdo en discusión. Si expresó su escepticismo, lo que es perfectamente aceptable.
Finalmente, a juzgar por los acontecimientos, las convicciones religiosas personales del Ministro Timerman no han comprometido su accionar como ministro de la Argentina. Ningún judío debe necesariamente, por su condición de tal, adherir a las políticas del gobierno o estado israelí. Timermam tiene en ese sentido una actitud laica, secular. Su padre fue salvado de la dictadura por la presión internacional. Israel jugo un rol tremendamente positivo. Pero fue el gobierno de Carter el que probablemente jugó el rol decisivo. Recordemos además que el padre de Timerman se fue de Israel hastiado por la invasión Israelí al Líbano donde se estima que murieron a manos de Israel más de 15,000 personas. Escribió un libro al respecto. De todas formas, es absurdo creer que la solidaridad brindada por Israel a los Timerman pueda o deba condicionar la política Argentina o el accionar de su hijo 35 años después.