Las principales características del nuevo Papa, populista y conservador, se verán reflejadas en las acciones de la iglesia. Por esta razón fue elegido Papa después de todo. ¿Cuáles podrían ser sus medidas?
Para restaurar la credibilidad, creo que el nuevo Papa tomará rápidas medidas sobre los abusos sexuales dentro de la iglesia católica y sobre las (oscuras) transacciones financieras en el Vaticano. Probablemente pondrá en marcha medidas para mostrar tolerancia explícita con las parejas divorciadas, con las parejas no casadas formalmente y, quizás, con las parejas homosexuales. Pero tal tolerancia no significará cambio alguno en la definición tradicional de la iglesia. Es probable que el Papa sea muy militante en defensa de los derechos humanos. Con esto intentará disipar o disminuir las sospechas y acusaciones sobre sus acciones durante la cruel dictadura que gobernó la Argentina en los años 70s. De todos modos la controversia sobre sus presuntas acciones (o falta de ellas) en aquel periodo puede crecer; no debe por tanto excluirse algún tipo de escándalo.
El Papa dará muy alta prioridad a los problemas de la pobreza, la inclusión social y el acceso al agua y recursos naturales por los pobres. Esto último aproximará la Iglesia a un tema que no ha abordado hasta ahora, al menos no de una manera muy activa: protección del medio ambiente. Al abordar estas cuestiones activamente, la iglesia se acercará, o tomará distancia según sea el caso, de algunos gobiernos y sectores sociales. Este programa podría desacelerar la pérdida de feligresía, una tendencia muy clara en Centroamérica donde catolicismo no tiene tantos seguidores como las iglesias evangélicas. Creo que se enfatizará el trabajo comunitario, en el que los jesuitas se han destacado tradicionalmente. En tal sentido, pienso que la iglesia aceptará trabajar en coordinación con otros grupos religiosos e incluso organizaciones gubernamentales en una manera más intensiva. Sin embargo, para poder llevar a cabo estas tareas, la iglesia tendrá que abordar el problema causado por el insuficiente número de sacerdotes y el papel secundario de la mujer en la Iglesia. De todas formas, estoy convencido de que el sacerdocio femenino no se permitirá durante muchos años o acaso nunca. El matrimonio de los curas comenzará a discutirse abiertamente, en algún momento. Pero es improbable que las normas que rigen el celibato se modifiquen en el corto plazo.
El conservadorismo, con una buena dosis de pragmatismo, prevalecerá. La iglesia no aceptará el uso de anticonceptivos y condones. No va a cambiar su posición sobre el aborto. Tampoco su oposición a los matrimonios del mismo sexo, un tema que seguirá creando fricciones con los gobiernos de América y otros continentes. La iglesia seguirá siendo muy enfática en esto último pero creo que evitará campañas masivas como las que encabezó el hoy Papa cuando era Cardenal en Argentina. Esa oposición frontal originó una fuerte animosidad con el gobierno y amplios sectores de la población. La realidad poliitica reclama cierta flexibilización táctica al menos desde que la tendencia a legalizar matrimonios del mismo sexo parece imparable. Del mismo modo, la oposición de la iglesia al uso de anticonceptivos será más formal que el militante, que es básicamente el caso ahora. Creo que la iglesia aceptará el uso de preservativos y anticonceptivos en algún momento, pero no por ahora. Dilma Rousseff, Presidente de Brasil, distribuía condones durante las fiestas de carnaval. Era parte de la lucha contra el SIDA, dada la promiscuidad generalizada que existe durante esas celebraciones, algo que no es nuevo. La oposición de la iglesia a la distribución de preservativos que encabezara Dilma, si hubo tal oposición, no parece haber sido muy sonora que digamos. Brasil es el país con la mayor población católica del mundo.
El pragmatismo forzado por el entorno social hace la cohesión doctrinaria más difícil. Por un lado, evitar cambios será prácticamente imposible. Por otro, hacerlos rápidamente privaría a la iglesia de su personalidad y podría precipitar las divisiones. Ese es un verdadero dilema para la iglesia católica. Por esta razón el nuevo Papa oró por la unidad de la iglesia en su primer día. Para navegar a través de este dilema, era probablemente apropiado un Cardenales de 76 años: tendría tiempo de aplicar algunos cambios y ajustes pero no de introducir cambios en la doctrina. Para esto último se habría necesitado un Papa más joven, alguien con más proximidad a la cultura imperante en el mundo actual.
El laicismo se está extendiendo rápidamente, como lo es la búsqueda de respuestas a la ansiedad humana. Muchas personas educadas buscan respuesta a sus ansiedades en religiones orientales que son menos estructuradas (al menos a los ojos occidentales). También buscan esas respuestas en pequeñas religiones/iglesias locales fuera del catolicismo. Creo que el Papa intentará atraer a estas personas con el nuevo programa centrado en una actitud más tolerante, con el trabajo comunitario y con un papel más visible en protección del medio ambiente. No será fácil de todos modos. Otras iglesias son activas y disfrutan ahora de la misma protección jurídica y beneficios que la iglesia católica, incluso en países tradicionalmente católicos.