Me advirtieron: Omán no es Qatar o los Emiratos. Rico en petroleo y gas, decidió ser más austero en el uso de su renta. Así conserva un viso de país real no simplemente el de un enclave deslumbrante en construcciones multi-millonarias. En Omán se observan algunas actividades no energéticas como la pesca y la agricultura; el país promueve el turismo que parece estar creciendo y lo torna, me animo a decir, menos conservador, más tolerante. Hay evidencias de planificación urbana, no se permiten los edificios demasiados altos. Me sorprendió su infraestructura caminera por lo moderna y bien señalizada. Las estadísticas reportan pobreza pero confieso que no he visto signos evidentes de carencia ni viviendas deterioradas.
Conocí varios países de la zona. Visité Yemen hace casi cuarenta años. Un país rico en historia, detenido en el tiempo, castigado por la guerra. En tiempos más recientes pasé unos días en Qatar, los Emiratos Árabes (Dubai, Abu Dabi). Estos últimos exaltan riquezas y sus edificios quieren capturar el cielo. Allí es difícil ver un habitante del lugar; solo trabajan extranjeros. Abundan los hoteles suntuosos. La construcción no cesa y proliferan los edificios vacíos. Todo con dinero del petróleo.
Creo que Omán decidió ser algo más que petróleo o gas. El país cuenta con más de cuatro millones de habitantes y, además, un millón de trabajadores visitantes, muy prominentes en hoteles y servicios. Pero la fuerza laboral no es solo foránea.
El calor en Muscat, la capital de Omán, es casi insoportable durante el verano. Cuando llegamos era de noche pero los casi 40 grados Centígrados y la elevada humedad nos golpeaba la cara literalmente. Mi esposa me recordó de inmediato que habíamos llegado en un mes inconveniente. Por mi culpa, por supuesto. El consuelo fue el hotel: muy cómodo. Además disfrutamos el aire acondicionado de los autos todos provistos de agua fresca para los pasajeros. En efecto, los vehículos vienen con pequeñas heladeras instaladas en el medio de los asientos delanteros.
El recorrido por Muscat fue muy interesante. La enorme Mezquita, construida hacen diez o quince años, impresiona por su arquitectura y por su arte. Los insumos casi todos importados pero, insistió el guía, el diseño fue totalmente local. Enormes chandeliers importados de Austria, extendidas alfombras de Iran o Afganistán. Susana, mi esposa, debió cubrirse conservadoramente para respetar las costumbres locales. Pero esa exigencia solo rige en lugares especiales. Para los demás, las reglas son bastante tolerantes … con los visitantes al menos.
También nos impresionó el edificio de la Ópera. Dijeron único en el mundo y es probable. De perfecta acústica, con algunos palcos movibles. No ahorraron nada. Además, durante la temporada contratan músicos de Europa y otros lugares.
Que lindo fue alejarse de la ciudad y explorar la zona del desierto. El Toyota trepó dunas y desde allí mismo contemplamos morir la tarde. Pasamos una noche en el desierto … pero en un campamento confortable.Nuestro viaje nos llevó por otras ciudades, varios castillos, algunos construidos por los Portugueses que dominaron Omán por más de un siglo. En la zona de montañas el paisaje se muestra sencillamente impactante tanto que uno se olvida del calor azotante así sea por un momento.
En mi ligero recorrido por el lugar aprendí que el país pudo sobrevivir y construirse haciendo grandes equilibrios. Es que como toda nación pequeña debe sortear las complicaciones de tener recursos que apetecen los ajenos y de estar en una zona conflictuada. Omán tiene buenas relaciones con Europa, con America, con los vecinos, incluyendo Irán. Hasta sirve de conducto en negociaciones entre rivales. Es el destino de los chicos: comportarse como vendedor de autos usados, sonreír a todos, alejarse de contiendas y aún mediar entre oponentes.Buena experiencia la nuestra en un país tranquilo en medio del barullo. No poca cosa en estos días agitados!
Muscat desde el Hotel
En la Gran Mezquita
La Opera
Atardecer en el Desierto